El ingreso laboral puede ser una bala de plata para acabar la pobreza si es capaz de impulsar una trayectoria sostenible de crecimiento inclusivo.
Cuentan, a partir de una leyenda que arrancó en Francia en el siglo XVIII, que la única forma de matar al hombre lobo es con un arma de fuego cargada con dos balas de plata.
La creencia, aunque ha ido cambiando de amenaza, se ha mantenido más o menos vigente hasta hoy: primero fue un lobo enorme (la bestia de Gévaudam), luego el mismísimo hombre lobo y, más adelante, las brujas de los cuentos infantiles. De esta leyenda viene la famosa expresión “no hay bala de plata”, que se refiere a que, para ciertos problemas difíciles, no existen soluciones únicas, infalibles o definitivas. La pobreza es uno de esos problemas, y si bien tenemos razones para afirmar que “no hay bala de plata para erradicar la pobreza”, hay una que puede estar cerca de serlo bajo ciertas circunstancias: el ingreso laboral.
El ingreso laboral puede ser una bala de plata para acabar la pobreza si es capaz de impulsar una trayectoria sostenible de crecimiento inclusivo que se define, en términos muy sencillos, como una situación en la que el crecimiento del ingreso medio del 40% más pobre de la población es mayor que el registrado para el total de la población (el porcentaje del 40% es el que propone el Banco Mundial).
¿Cómo puede el ingreso laboral impulsar el crecimiento inclusivo? Nanak Kakwani y Hyun Son proponen un método muy sencillo que nos puede dar luces. Lo primero es diseccionar el crecimiento del ingreso laboral como la suma de las variaciones de sus componentes: tasa de empleo, horas trabajadas por trabajador, tasa de participación y productividad laboral; esta última es una medida imperfecta de productividad (como casi todas), definida como la remuneración por hora trabajada, que a su vez depende los años de educación y el retorno a la educación.
Lo segundo es comparar las tasas de crecimiento de estos componentes en el 40% más pobre con las del total de la población. Por ejemplo, si la tasa de empleo del 40% más pobre aumenta más que en el total de la población, entonces este componente está impulsando una trayectoria de crecimiento inclusivo.
Algunas estimaciones, que hemos realizado con Inclusión SAS y el PNUD para el caso de Colombia durante lo corrido del siglo XXI, muestran, en primer lugar, que no hemos logrado un patrón sostenible de crecimiento inclusivo; en segundo lugar, que cuando lo hemos tenido (a comienzos del siglo), el ingreso laboral del 40% más pobre creció a una tasa mayor que la del total de la población y, en tercer lugar, que los períodos de crecimiento inclusivo coinciden con aumentos en la productividad laboral del 40% más pobre por encima de los del total de la población.
Una estrategia enfocada en elevar el ingreso laboral del 40% más pobre de la población, con foco en la productividad laboral, puede ser la bala de plata para atacar la pobreza.
Roberto Angulo
Socio Fundador de Inclusión SAS
Rangulo@inclusionsas.com