Transitar hacia un equilibrio más justo requiere pragmatismo para identificar y resolver las injusticias remediables.
“Es mejor ser rey por una noche que un idiota toda la vida”. Esta es la frase con la que Rupert Pupkin, el protagonista de esa obra maestra que es la película El rey de la comedia, remata la rutina de chistes en sus cuatro minutos de fama. Para no dañarle la película al que no la ha visto, no contaré aquí cómo hizo Rupert Pupkin, un comediante desconocido de 40 años interpretado por Robert De Niro, para aparecer en escena en el programa de televisión de Jerry Langford (interpretado por Jerry Lewis) y ser visto por millones de espectadores, el hecho que importa es que Rupert Pupkin no tuvo otro objetivo en la vida que ese: alcanzar sus cuatro minutos de fama.
El rey de la comedia es en mi opinión la mejor película de Martin Scorsese, y su personaje principal, Rupert Pupkin, es el molde de los protagonistas de otras películas suyas como Toro salvaje, Buenos muchachos, Taxi driver o El lobo de Wall Street, que para bien o para mal arrastran ese leitmotiv que los impulsa a saltar, como sea, del anonimato a la popularidad.
Y esta imagen, la de una historia de vida justificada en pocos minutos de fama, fue la que se me vino a la mente el 20 de julio mientras veía la instalación del Congreso de la República.
La llegada de una ola de congresistas al poder legislativo a través de las redes sociales, varios de ellos influenciadores de oficio y otros políticos tradicionales o activistas que tomaron recientemente este camino, hicieron ver al congreso como una comparsa de reyes de la comedia.
Si bien es cierto que no es la primera vez que los reyes de la comedia llegan al congreso; y que tampoco son exclusivos de la izquierda, el centro o la derecha; hoy son una masa crítica importante que tiene la responsabilidad de debatir y aprobar las reformas que supuestamente habilitarán el cambio social que piden los colombianos.
La pregunta de fondo es si este espíritu estilo Rupert Pupkin que hoy tiñe al Congreso, enfocado en el performance y en la postal más que en la retórica argumentativa, ansioso por el aplauso fácil y las risas grabadas más que en representar los intereses de la comunidad, buscador de likes y retuits más que de acuerdos razonados, tendrá la aptitud para sacar adelante con responsabilidad la reforma tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, la revisión del presupuesto 2023 y las reformas rural, laboral, pensional y del sistema de salud.
Habilitar el cambio social en Colombia exige abrir nuevos y más robustos canales de equidad sin desestimular el crecimiento económico.
Transitar hacia un equilibrio más justo requiere, sobre todo, pragmatismo para identificar y resolver las injusticias remediables. Y para lograr todo eso se requiere madurez, paciencia, coherencia y razonabilidad.
Es decir, todo lo contrario al espíritu de los reyes de la comedia.
Roberto Angulo
Socio Fundador de Inclusión SAS.
Rangulo@inclusionsas.com