El pueblo somos todos

Autor:

Roberto Angulo

Socio Fundador Inclusión SAS

Columnas recientes

El problema, en mi opinión, es que Petro encarna una promesa de cambio por mano propia, sin intermediarios, una versión del tipo ‘El pueblo soy yo’.

Mamá, yo me voy a ir a morir al monte”, le dijo el joven el día antes de suicidarse a Elia, mujer indígena de la comunidad Emberá Dobida de Bojayá, según el reportaje de María Fitzgerald que salió publicado en el portal Cerosetenta en agosto del año pasado. El artículo hace una honda descripción de la desesperanza de una comunidad confinada por la trampa de pobreza, violencia y ausencia de Estado.

En este mismo espacio escribí que la región Pacífica había sido el epicentro de la crisis social de la pandemia; el cierre de colegios y jardines y el aumento del desempleo recrudecieron la pobreza como en ninguna otra parte del país.

Ambas imágenes son puntas de iceberg de la periferia de Colombia. La población excluida quiere un cambio y vale la pena preguntarse cómo están conectando los políticos con este sentimiento.

La consulta del Pacto Histórico ganó en 146 de los 200 municipios más pobres según el Índice de Pobreza Multidimensional, la del Equipo Colombia en 43 y la del Centro Esperanza en 11.

Si clasificamos todos los municipios de Colombia en tres grupos de igual tamaño y los denominamos como de pobreza alta, media y baja, se observa que la consulta del Pacto Histórico ganó en mayor proporción en los de alta pobreza, la del Equipo Colombia en los de pobreza media y la del Centro Esperanza en los de pobreza baja.

Los datos muestran que el Pacto Histórico está logrando conectar con las expectativas de cambio de los excluidos. El problema, en mi opinión, es que Petro, incluso a pesar de tener una líder del tamaño de Francia Márquez como fórmula, encarna una promesa de cambio por mano propia, sin intermediarios, una versión del tipo ‘El pueblo soy yo’ que puede ser nociva para un proyecto liberal de desarrollo (que exige ideas no de una mente sino de muchas mentes).

En este panorama, es posible que a ‘Fico’, quien arrastra al ‘statu quo’ por voluntad propia, le quede muy difícil presentarse como una alternativa real de cambio.

El centro, hoy liderado por Fajardo, ha estado extraviado; su obsesión por perseguir el voto ‘excelso’, el mal llamado voto de opinión, lo tuvo caminando con la brújula dañada lejos de las voces de la periferia. Pese a lo anterior, pienso que Fajardo, al encarnar una opción de cambio responsable y sin populismo, y si él mismo se decide con determinación a revisar su método y sus prioridades, podría competirle a Petro en esta cancha (y la elección de Luis Murillo como fórmula es una señal de eso).

El contraveneno para enfrentar al líder populista que dice ‘el pueblo soy yo’ no es un líder que se ufane de decir ‘yo no soy el pueblo’, es un líder que nos convenza de que ‘el pueblo somos todos’; y si Fajardo quiere lograrlo necesita más diversidad, menos purismo, más eclecticismo, muchas mentes diferentes en contraposición a la única del Rey Sol.

ROBERTO ANGULO
Socio fundador de Inclusión SAS
rangulo@inclusionsas.com

Compartir