Al ser el epicentro de la aglomeración económica, las ciudades influyen sobre el ADN del mercado laboral.
El cuadro es un óleo sobre lienzo del pintor británico L. S. Lowry y se llama Going to Work: se trata, como casi todos los cuadros de Lowry, de un paisaje urbano en el noroeste de Inglaterra durante la primera mitad del siglo XX. La obra recrea una melancólica e imponente confluencia de ríos humanos que se dirigen a trabajar a la planta de la fábrica Mather & Platt en Manchester.
Los cuadros de Lowry están llenos de gente pintada con pinceladas gruesas y colores simples como blanco, negro, ocre y una que otra mancha de bermellón. La magia de Lowry está en que cualquiera puede pintar una persona a la manera de Lowry, pero nadie puede pintar sus multitudes, nadie puede retratar mejor esos afluentes de personas que moldean la ciudad y que desembocan en el sitio de trabajo, en el estadio, en el barrio o en el parque un domingo.
El cuadro me recuerda la definición económica de ciudad que Edward Glaeser resume como la ausencia de distancia entre personas y empresas. Según esta definición, la ciudad es la confluencia de las fuerzas económicas que orientan las decisiones de localización de empleados y empleadores.
Y esta imagen de Lowry también es lo primero que se me viene a la mente cada vez que noto que las ciudades están perdidas en los análisis de mercado laboral (y ciertamente los de la última Misión de Empleo no son la excepción).
Si bien priorizar es un requisito para dar recomendaciones útiles, que la ciudad esté perdida de los análisis de empleo puede traer limitaciones conceptuales y prácticas.
Las ciudades dan lugar a las economías de aglomeración, que es un concepto que yace en el núcleo del mercado laboral; desde la economía urbana se dice que hay economías de aglomeración cuando las personas y las firmas aumentan su productividad en razón de su proximidad.
Al ser el epicentro de la aglomeración económica, las ciudades influyen sobre el ADN del mercado laboral en aspectos como su composición según informalidad y formalidad, especialización o diversificación sectorial y hasta en el nivel de los salarios. En las ciudades es donde se hace el mayor intercambio de ideas, es el espacio donde ocurre el derrame (spillover) de conocimiento, que es determinante de la composición de la oferta de trabajo según mano de obra calificada y no calificada.
Políticas de desarrollo de escala ciudad como la infraestructura productiva, la política de movilidad, la regulación del uso del suelo, las estrategias de educación terciaria o el estímulo a la diversificación económica, son ejemplos de políticas útiles para mejorar el desempeño del mercado laboral.
Como en los cuadros de Lowry, la ciudad es aquel lugar donde mucha gente va a trabajar; incluir las ciudades en nuestros análisis nos puede ayudar a descifrar el ADN de los mercados de trabajo y a ponerle un tren de aterrizaje a las recomendaciones que demandan estos tiempos.
ROBERTO ANGULO
Socio fundador de Inclusión SAS
rangulo@inclusionsas.com