Las ciudades también pueden cumplir un papel en la lucha contra la pobreza porque son sitios donde los hogares construyen sus historias, se fundan empresas y las personas encuentran oportunidades. Ponerle la lupa a la manera en la que están construidas puede dar herramientas para vivir mejor.
Tenga en cuenta esto: cuando usted está buscando un apartamento, normalmente intenta estar cerca de sitios que le faciliten el día a día (como colegios, si tiene hijos; centros de salud o paraderos de buses). Pero decidir dónde vivir depende de cómo está construida la ciudad y esa decisión va a terminar golpeando la plata que tenga en su bolsillo. Por ejemplo, si los lugares de trabajo suelen estar lejos de los lugares de residencia, las personas tendrán que gastar más en los transbordos entre el Sitp y el Transmilenio, si vive en Bogotá.
Esta idea resume el término de “gasto en ciudades” que es lo mínimo que la gente necesita para comprar cosas básicas como el pasaje del bus, el pago del arriendo o la factura de servicios públicos. En plata blanca, los colombianos dedican el 57% de su dinero al gasto en ciudad, es decir, las personas por el solo hecho de decidir dónde vivir, ya tienen comprometido más de la mitad de su gasto. Para el 10% más pobre, el 68% del gasto se va en vivienda, servicios públicos y transporte.
¿Cómo mejorar esto? Por un lado, los programas sociales con los que se le envía plata a algunas personas intentan tener en cuenta esas diferencias y los montos son más grandes en los lugares donde es más caro vivir.
Pero esto no es suficiente y acá es donde pueden entrar a jugar los gobiernos, si se tiene en cuenta que dos tercios del gasto de la población más pobre se va a tres rubros en los que pueden influir. Un ejemplo sencillo sucede en Bogotá donde se ofrecen tarifas de Transmilenio más baratas a las personas que están en el Sisbén.
Para que esto sea una realidad, cada ciudad debería tener políticas locales que ayuden a disminuir el gasto de las personas. Iniciativas para hacer más accesible la vivienda, el costo de servicios públicos o del transporte pueden aumentar la capacidad de pago para consumir otros bienes, ayudar a la productividad de las personas y darle un empujón a la lucha contra la pobreza. Una política social que tenga en cuenta esto puede convertir a las ciudades no solo en máquinas de crecimiento, sino también en máquinas de equidad e inclusión.
Otras propuestas para que las ciudades se conviertan en un centro de oportunidades para reducir la pobreza las pueden escuchar en el cuarto episodio de Ideas para la Inclusión con Roberto Angulo y Francisco Espinosa, socios fundadores de Inclusión; Nicolás Estupiñán, exsecretario de Movilidad de Bogotá, y el equipo de Economía para la Pipol.